PARIS, ENTRE LIBROS



¿Qué le pido al año nuevo? No lo sé, aunque la verdad es que no todos los años recibe uno el mes de enero a los pies de la torre Eiffel. Más que en los pies, en las raíces, ya que las doce cero cero y sus consabidas campanadas (que nos empeñamos en exportar los españoles allá donde vamos) nos dieron en el metro. Eso sí un metro a rebosar de parisinos y turistas que llegaban con la lengua fuera a la torre Eiffel. Donde ni la música ni el buen ambiente (multicultural es poco) faltaba.



Así llegamos al corazón de París, bajo una torre que temblaba de frío y que enviaba destellos de luces para gozo de todas las televisiones del mundo. Así recibimos el año, -otro más después de haberlo hecho en Malta, Frankfurt y Liverpool- de una manera diferente. Huyendo de una nochevieja tradicional, creamos otra.



París es sin duda un destino seas turista de grupo, mochilero, viajero… No importa como te definas. Lo que no sé si recomendaría es visitarlo en estas fechas. ¡Qué frío y qué humedad!


Allí seguían el Sacré Coeur en el corazón de Montmatre atestado de turistas, el museo del Louvre con colas interminables, el cementerio Pere Lachaise con sus cuervos ( no me refiero a los que buscan la tumba de Jim Morrison como si no hubiera nada mejor que ver en este camposanto, sino a los reales)… Vamos, la ciudad hecha tópico. Pero me alegré de conocer también el París de los pequeños rincones o placeres: como el de poder disfrutar de unos jardines de las Tullerías cubiertos de una fina capa de nieve, de las raquíticas ramas de los árboles que sin hojas se perfilan en el cielo, de la antipatía de las taquilleras del metro (que maldicen a los turistas), de los cánticos durante la misa del día de año nuevo en la catedral de Notre Dame y, como no, de mi descubrimiento de la librería Shakespeare & Co. Visítalos en www.shakespeareco.org



En el número 37 de la Rue de la Bucherie (al otro lado del río, frente a la catedral de Notre Dame). Entre sus montañas de estanterías de libros es donde presentaba su obra el escritor encarnado por Ethan Hawke en “Después del Atardecer”. Pero además de esta referencia cinéfila, que al fin y al cabo es una mera anécdota, este templo a la cultura guarda una bonita historia.



La librería lleva abierta desde 1951, pero para conocer sus auténticos orígenes tenemos que remontarnos a hace 90 años. En 1919, la estadounidense Sylvia Beach fundó una librería llamada Shakespeare and Company en la capital francesa. Durante años la flor y nata del panorama literario francés y anglosajón pasó por aquí. Así, Sylvia fue amiga de Joyce (a quien le publicó “Ulises” en 1922 cuando nadie más estaba interesado), Scott Fitzgerald y Hemingway, entre otros. En 1941 Shakespeare & Co. cerró las puertas al negarse la propia Sylvia a venderle una copia del “Finnegans Wake” de Joyce a un oficial nazi.



Diez años después, otro norteamericano llamado George Whitman abrió una librería con el mismo espíritu frente a Notre Dame. Se llamaba The Mistral. En la década de los 60, en plena efervescencia cultural y con la misma Sylvia Beach como clienta, George cambió el nombre del negocio. Fue cuando pasó a llamarse Shakespeare and Company en homenaje al gran escritor y a la librera Sylvia. Pero el agradecimiento a esta mujer no acaba ahí, ya que la hija de George fue bautizada hace veintipocos años como Sylvia Beach Whitman. Hija, a pesar de que George ya no cumplirá los 90.



Ella sigue atendiendo cada día a los clientes de esta encantadora librería por donde han pasado escritores, aspirantes a escritores, bohemios artistas, público en busca de un libro o curiosos simplemente con ganas de fisgonear un rato. Un cementerio de libros nada olvidados en muchísimos idiomas. Así esta tienda ha continuado el legado de la original Shakespeare and Company, acogiendo e invitando a los amantes de las letras y a los escritores que han hecho de ésta su casa en París. Desde luego esta librería destila un aire bohemio digno de visitar.



Por cierto, después de tres días visitando la ciudad ya sé qué pedirle al 2009: que no haga tanto frío como ha hecho estos días en París.






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