HUSAVIK, PUEBLO DE BALLENAS Y FALOS



Por fin hoy íbamos a ver ballenas. En Husavik, el norte de Islandia, presumen de ser un pueblo ballenero y organizan excursiones para que las puedas avistar. El entorno es inmejorable, pueblo pesquero, casitas de madera, barcazas de pesca muy nórdicas todas ellas, rodeados de montañas nevadas en pleno mes de agsoto, la bahía de Husavik como un plato, sin oleaje, pero…¿y las ballenas? Sí, verlas, las vimos, de lejos, pero las vimos. También dio la casualidad de que las que pudimos vislumbrar eran de una especie, la milky whale la llamaban en inglés, que desde fuera del agua parece un delfín enorme, por su aleta dorsal y por su manera de asomarse a la superficie. Las otras 10 que podríamos haber avistado y que son más vistosas no se dignaron a aparecer en las 3 horas que recorrimos la bahía. Lo que sí vimos en mayor número fueron frailecillos planear sobre el agua.

Y fue en este mismo pueblo, en Husavik, donde nos topamos con un museo la mar de original. ¿El de las ballenas? No. Hasta el momento había visto museos de las cosas más insospechadas: de botijos, de tortura, de amuletos… Pero, ¿alguna vez habías escuchado la existencia de un museo de penes? Sí, sí, sí, como lo oyes. La Faloteca Nacional de Islandia se encuentra en Husavik. Allí encontrarás 170 ejemplares de penes disecados o en formol de 43 especies animales, incluida, según se lee en el museo, la donación de cuatro especímenes de Homo Sapiens. Vamos, el miembro de cuatro machotes que fueron donados por sus propietarios antes de morir. Aunque lo que realmente exponían era un molde del susodicho y el documento que acredita su donación. El museo es una casa de los horrores donde puedes ver el pene de una ballena, morsa, foca, el de un toro, caballo… Bastante repugnante todo. Y el propietario de la colección, que es quien te atiende y que habla un poco de español, es todo un personaje. ¿Cómo empezó su afición por esta colección? Es una pregunta que me gustaría haberle hecho. Porque normal, lo que se dice normal, no es.

No admitir tarjeta de crédito (en Islandia esto es impensable) para pagar la entrada de su museo ya denota que este hombre no es normal. Él fue el causante de que pisáramos por primera vez un banco y nos dignáramos a cambiar algunos euros por koronas islandesas después de llevar casi siete días en el país.

Con la risa tonta de ver la excéntrica colección hicimos una excursión rápida hacia el Cañón de Asbyrgi (la parte norte del Parque Nacional Jokulsargljufur) y otra a la bonita cascada de Godafoss, con unas rocas que separan sus dos apabullantes caídas de agua. Todo justo antes de volver hacia el oeste y hacer noche en la capital islandesa del norte: Akureyri. Aunque su concepto de megalópolis dista mucho del nuestro. Sólo decir que cenamos en la última planta de uno de los edificios más altos de la ciudad con unas vistas soberbias y estábamos en un quinto. ¿Para qué más?

RECORRIDO: Storutjarnir-Husavik-Akureyri

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