VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA…O NO




Nos levantamos con la única intención de alejarnos de la pandilla de españoles que nos ha dado la nochecita con sus continuos vaivenes nocturnos. “Es pronto. Ya desayunaremos en algún bar”-pensamos. Pero no caemos en que es domingo, los supermercados y sus cafeterías no abren hasta las 10:00 y todavía no han dado ni las nueve. “¿Qué hacemos? ¡Huir! Da igual. Ya encontraremos algo”- pensamos ingenuamente. Y así arrancamos bordeando la Península de Snaefellsnes, atravesando pueblos vacíos, fantasmas,… hasta que más de media hora después encontramos un hotel en el que llevarnos algo a la boca. Objetivo cumplido. No tanto por haber llenado el buche sino por haber perdido de vista a nuestros compatriotas.

Cuando decidimos viajar a Islandia, tras escuchar en repetidas ocasiones "¿y allí que hay? ¿y dónde está eso?", intentábamos explicar lo poco que sabíamos de la que llaman la isla del Hielo y el Fuego. Es decir, es una isla que está junto a Groenlandia, cerca del Círculo Polar Ártico, y en la cual se inspiró Julio Verne para escribir su famoso Viaje al Centro de la Tierra. Después de más de una semana en el país hemos llegado a este escenario literario donde transcurre la novela: El Parque Nacional Snaefellsjokull. Jokull significa volcán. Y es precisamente este cono, el del Snaefells, el que preside la Península y ejerce de máximo atractivo.


Es realmente una pena no poder hacer ninguna excursión hacia el nevado volcán. No tenemos mucho tiempo, hemos de llegar por la tarde a Reykjavik ya que mañana parte nuestro trekking de 5 días desde la capital.

Aún así, aprovechamos para recorrer más solos que nunca la carretera que circunvala la Península. La soledad nos acompaña en todo momento. Estamos tan solos, que aprovechamos para hacernos fotos sentados en medio del asfalto que, a su vez, está “en medio” de la naturaleza. Sólo nos salimos de la carretera 574 en Budir, para visitar su famosa iglesia negra junto a un cementerio muy fotogénico, con las cumbres nevadas del Snaefellsjokull detrás, y, posteriormente, en Ytritunga para observar focas. No hay ni señalizaciones pero siguiendo consejos de la gente del lugar aquí vimos varias decenas de ellas a escasos metros. Toda una peripecia, caminando entre rocas y algas, para poder acercarme a estos animalotes tan miedosos como imponentes. Menos mal que son muy pacíficas.

Y después de ocho días de visitas incesantes llegamos a Reykiavik. Dos mil cuatrocientos noventa y cinco kilómetros. ¡Casi nada! Hemos dado la vuelta a la isla a golpe de acelerador y gasolina. Ahora, toca calzarse las botas y patearla en el trekking más famoso de lslandia: la Laugavegurinn. En teoría 55 kilómetros desde Landmannalaugar hasta Thormosk.


RECORRIDO: Grundarfjordur-Reykjavik (255 km.)

No hay comentarios: